Los/as niños/as deben de tener respuestas concretas respecto de su problemática específica. Cada uno/a posee determinadas características, fundadas en su propia condición socio-económica, origen cultural, descendencia étnica y proyección social.
En nuestra sociedad la multiculturalidad es la esencia de nuestra identidad. Convivimos en una sociedad donde nuestros derechos deben estar garantizados, defendidos y ejercidos por todos y todas. La violencia doméstica, los malos tratos son actos de tortura en desmedro de las "personas pequeñas" y de eso se debe ser consiente y actuar en consecuencia. Muchos niños, niñas y adolescentes la padecen a diario. Ellos suelen ser depositarios/as de la violencia que otros no pueden volcar contra aquellos a quienes desean agredir. Además en muchos casos la discriminación los hace objetos y sujetos de los prejuicios de los padres o de su grupo de referencia. Así es como se golpean entre ellos o ven como normal o incluso deseable que otros sean agredidos/as por mayores.
En la legislación sucede algo igualmente perverso, en muchos casos las propias leyes de delincuencia y procedimientos policiales hacen a los menores criminales sin considerar otras posibilidades, y esto se transforma en negligencia estatal. En nuestro país nos encontramos en esta circunstancia, la falta de educación y prevención para ejercer derechos es desconocida en general tanto en menores como en los mayores. En muchos casos los/as niños/as y adolescentes sufren malos tratos porque el sistema de justicia penal organizado para adultos/as no tiene en cuenta sus necesidades. En otros parecen convertirse en objetivo específico de los ataques a causa de su edad o de su situación de dependencia. También se tortura para coaccionar o castigar a sus padres. En la calle son considerados/as "desechables", y los/as que están bajo custodia constituyen una presa fácil para los abusos. En los conflictos armados se los/as utiliza para cometer atentados con bombas, portan metralletas, y suelen ser víctimas de abusos precisamente porque representan el futuro de ese bando. Asimismo son los/as desplazados/as de pueblos junto con sus madres a las que acompañan en el camino hacia el futuro en circunstancias desconocidas de que les ira a pasar, a donde irán a vivir y sin saber si van a sobrevivir cuando lleguen a un refugio que los acoja.
Estas situaciones arbitrarias se encuentran potencializadas a consecuencia del racismo, discriminación de género, xenofobia y otras formas conexas de discriminación. Los/as, niños/as y adolescentes que conviven en un sistema racista crecen con problemas de autoestima, dificultades de aprendizaje y suelen encontrarse con mayor frecuencia en los índices de necesidades básicas insatisfechas o de desarrollo humano insuficiente. Asimismo tienen más posibilidades de muerte violenta, encarcelamiento arbitrario y de ser condenados a pena de muerte. La discriminación también se extiende al descuido de las adolescentes en situaciones de embarazo precoz o a los portadores/as de VIH.
Los niños/as y adolescentes tienen derecho a contar con una protección especial frente a los actos de tortura, no se debe dejar de conocer su vulnerabilidad y dependencia que actúan como dos elementos claves a la hora de la violación de los Derechos de estas personas. La Convención Internacional de los Derechos del Niño firmado y ratificado por nuestro país es un instrumento que se debe de poner en práctica estableciéndose la urgente aprobación del Código de la Niñez y Adolescencia que se encuentra actualmente en tratamiento parlamentario. Es importante reafirmar la importancia de los mecanismos de educación, prevención y sanción nacionales e internacionales, señalando además la pertinencia de incluir especial atención a la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de discriminación como vectores de influencia en los riesgos.